La velocidad al conducir
Es fácil caer en la trampa del ritmo frenético de la carretera. A menudo, cuando nos deslizamos por una autopista con la ventana bajada y el viento soplando, las velocidades altas se sienten cómodas y naturales. Luego de un rato al volante, esa velocidad a la que uno se ha adaptado parece ser la norma, tan familiar que uno no se da cuenta de lo rápido que va. Sin embargo, cuando nos encontramos con una señal que indica un límite de 50 km/h al tomar una salida, la realidad se presenta de manera abrupta. ¿Realmente estábamos yendo tan rápido? Es en ese instante cuando uno podría comenzar a dudar de la precisión del velocímetro. Pero, una vez que el vehículo reduce su velocidad a esos 50 km/h, todo parece moverse en cámara lenta, como si estuviésemos a punto de detenernos por completo.
Esta ilusión es un fenómeno familiar para muchos conductores. De hecho, seguramente te has sentido de esta manera en más de una ocasión. Es crucial recordar que es raro que el velocímetro se equivoque. En cambio, es más probable que nuestra percepción se vea alterada por las velocidades sostenidas.
Considera esto: a una velocidad de 50 km/h, un conductor necesita aproximadamente 25 metros para detenerse completamente, suponiendo que el pavimento sea de buena calidad y esté seco. Sin embargo, al duplicar esa velocidad a 100 km/h, la distancia necesaria para detenerse se amplía a unos 80 metros. Es una diferencia sustancial que, en situaciones críticas, podría significar la diferencia entre evitar un accidente o enfrentar consecuencias graves.
Por lo tanto, la percepción y la realidad de la velocidad al conducir son dos caras de la misma moneda. Y mientras que la percepción puede ser engañosa, las leyes de la física son inmutables. Es esencial ser consciente no solo de la velocidad a la que vamos, sino también de cómo esa velocidad afecta nuestra capacidad de reacción y frenado.
Por supuesto, este es solo el comienzo de una serie sobre la velocidad al conducir. En nuestros próximos artículos, exploraremos a fondo los límites de velocidad en Latinoamérica, cómo adoptar una conducción a la defensiva y adaptar nuestra velocidad a diversas situaciones, y cómo anticipar y responder a peligros ocultos en la carretera. Es nuestra esperanza que, al estar mejor informados, podamos todos tomar decisiones más seguras en la carretera.
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